Vistas de página en total

lunes, 28 de marzo de 2016

Recuerdos de un masconato

Ha sido recuperada, e incorporada al archivo del Círculo Masconato, la siguiente crónica deportiva. Ha permanecido oculta durante muchos años, pero ahora podemos gozar del recuerdo de un extraño partido de fútbol. Dice así:

Se cumplen por estas fechas el cuarenta aniversario de uno de los encuentros futbolísticos que la Historia (así, con mayúsculas) recuerda. Se enfrentaron dos imponentes escuadras: Cou francés contra COU inglés, en el Maracaná isleño (campo de tierra del Liceo). Artistas del balón repartidos en ambos equipos. Rivera (organizador de futuros eventos), Báez (en la puerta de salida, por si acaso), Soto (pies de galgo), Infante (el capitán), Arturo (alto como él solo), Escolar (el as del fuera de juego), Quinín Luque (portavoz ante la prensa), Sepúlveda (elegante y estrenando chandal), Baturone (inmenso flequillo), García Ortiz (cerebro central), Román Saborido (la furia contenida), por el lado inglés. Pablo Gil (cancerbero de pro), Rafa Merino (muralla), Quintero (Iniesta precoz), Traverso (zurda letal), Nono (cabal repartidor de juego), Tete (torpedo Muller), Solar (repartidor de leña), Tirado (cancerbero en la segunda parte), Pinto (defensa derecho), Bejarano (aguador), Bescós (Dinamita Joe) y Acquaroni (relaciones públicas), por el lado francés. Juan Tenorio se encargó de las viandas.

Dio comienzo el juego a las doce de la mañana de un sábado treinta de febrero. Arbitraba el Padre Agustín (siempre atento como un buho). Los primeros compases son de tanteo por parte de los dos equipos. Muy pronto se evidencia el peligro del equipo inglés al intentar Escolar distraer con su cháchara al portero francés. No lo consigue porque era duro de oído (el portero). En el minuto veintitrés, golpe franco a favor del equipo francés. Lo ejecuta Quintero, batiendo a Báez por la derecha (su lado malo) a la altura del muslo. Pone en juego el equipo inglés, despertando de su sopor, y una larga carrera de Rivera es culminada por un inmenso patadón de Baturone. Mala suerte; se estrella en el palo. El primer tiempo acaba un tanto relajado por ambas partes, sobre todo porque García Ortiz, Saborido, Quintero y Solar no se acaban de centrar en el juego y discuten sobre las respuestas del último examen de Biología. Son amonestados por los capitanes de los respectivos equipos para que se concentren en el juego. En el descanso, ya en el vestuario, hay discusiones acerca de quién lanzó por el suelo una bola metálica durante la última clase de Química. Este misterio no se resuelve hasta el siguiente trimestre.

Comienza el segundo tiempo y empieza a llover. Al portero francés se le empañan las gafas, circunstancia aprovechada por Escolar para echarle tierra en los ojos. El peligro acecha la meta. Gran disparo de Arturo y... mala suerte: otra vez al palo. Quinín Luque, mosqueado, se acerca a intentar resolver el misterio del palo-imán para el balón. No consigue nada. Minuto setenta. Penalti, a todas luces injusto, contra el equipo de francés por patear Merino repetidamente a Sepúlveda. "Sólo le di tres veces en el tobillo. El resto lo hizo el solo: caerse y eso", aclara al final del encuentro el gran central. Es Soto el encargado de lanzarlo. Coge carrerilla desde la portería contraria (llega en un pis pas) y lanza por el centro. El portero sigue con las gafas empañadas, se lleva un pelotazo en la frente y el balón... rebota en el larguero y sale fuera. Mala suerte. Quinín Luque vuelve a investigar el palo, sin hallar ninguna evidencia de trampa o truco alguno.Termina el partido con un centro-chut de Traverso en el minuto noventa. Báez va a despejar de puños pero calcula mal y le atiza lo suyo a Arturo. En la confusión el balón llega a la red impulsado por Bescós (que se permite el lujo de hacerlo de tacón), y el Padre Agustín da por finalizado el encuentro.

Resultado concluyente y dos misterios para el futuro: qué cojones le pasaba al palo y quién cojones lanzó la bola de acero en la clase de Química.

                         Corresponsal:  Manolinda Cifuentes,  para  "Así se escribe la Historia".